Leyenda de Vilamala
«Cuenta que pese a aquel desbarajuste y confusión había sido pueblo sin problemas pero que sus habitantes eran avariciosos y tacaños, que ambicionaban demasiado el dinero.
Un buen día, y de esto hace muchos años, un mendigo fue siguiendo el pueblo, puerta por puerta, pidiendo limosna por la gracia de Dios, limosna que le fue totalmente negada, y pensativo dejó el pueblo y se dirigió camino allá hasta encontrar un resguardo para pasar la noche.
Y he aquí que en un altiplano, un poco más allá del pueblo, encontró una masía que aún existe aunque abandonada, conocida como Sòbol. Pidió cobijo en el henil, que se lo concedieron, además de una sencilla y frugal cena. Cuando se retiraron para ir a dormir, el mendigo los llamó y les comunicó que si esa noche oían mucho runrún y ruidos desmesurados no hicieran caso y que no se levantaran de la cama por ningún motivo.
Pasaron las horas pero a medianoche se desencadenó una gran tormenta y como una especie de terremoto que los atemorizó, pero recordando las palabras del mendigo no se movieron de la cama.
Cuando comenzó a clarear el día se levantaron y mirando por la ventana vieron un espectáculo aterrador: el pueblo había desaparecido y solamente quedaba una masa informe de roqueda, con un barullo de cumbres y riscales que hacía fiereza y, por supuesto, al ir a consultar con el pobre, éste había desaparecido.»